El reciente conflicto en la Copa Perú ha generado una división inesperada entre los equipos y los medios de comunicación. Finalmente, no se llegó a un acuerdo y los seis equipos decidieron no permitir ningún tipo de transmisión audiovisual. Esta situación provocó una respuesta contundente de los medios, que decidieron conjuntamente no brindar cobertura a esta fase del torneo. Esta división refleja claramente las tensiones entre los intereses comerciales y la tradición del fútbol popular en el país.
La decisión de los equipos ha sido vista por muchos como un claro indicio de que el fútbol, incluso en sus niveles más locales, se está transformando cada vez más en un negocio. El «fútbol macho», antaño conocido por su arraigo en las comunidades y su accesibilidad, parece haber dejado de pertenecer al pueblo. La fanaticada, que solía llenar los estadios para apoyar a sus equipos, se siente cada vez más excluida de un espectáculo que solía ser suyo. ¿Están los dirigentes arequipeños siguiendo los pasos del presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF)? ¿Se está perdiendo la esencia de la Copa Perú?
Estas preguntas reflejan una preocupación genuina sobre el futuro del fútbol local y la identidad del torneo más largo del mundo. La falta de un acuerdo entre los equipos y los medios de comunicación ha puesto de manifiesto una serie de incógnitas que no pueden ser ignoradas. El aspecto económico parece ser un factor determinante en esta encrucijada, ya que los clubes participantes han señalado que no están generando los ingresos esperados. Alegan que la presencia de los medios de comunicación ha disuadido al público de asistir a los estadios, optando en su lugar por ver los partidos en sus dispositivos móviles.
La postura de los equipos puede ser entendida en el contexto de la necesidad de generar más ingresos a través de la venta de entradas. Sin embargo, esta medida drástica también podría alienar a una parte importante de la afición, que ve en la cobertura mediática una forma de mantenerse conectada con sus equipos. Además, la falta de visibilidad en los medios podría tener un efecto negativo en la promoción del torneo y en la atracción de nuevos aficionados y patrocinadores.
Por otro lado, la decisión de los medios de no cubrir el certamen es igualmente polémica. Si bien puede ser una respuesta comprensible a la restricción impuesta por los equipos, también priva a los aficionados de la oportunidad de seguir el torneo y a los jugadores de una plataforma para mostrar su talento. Esta situación podría llevar a una menor cobertura mediática del fútbol local en general, afectando negativamente el desarrollo del deporte en las regiones.
En última instancia, los principales perjudicados con este «divorcio» son los aficionados y los propios jugadores. La Copa Perú ha sido históricamente una plataforma para el descubrimiento de nuevos talentos y para la promoción del fútbol en las provincias. Sin la cobertura mediática y sin la asistencia masiva del público a los estadios, este torneo corre el riesgo de perder su esencia y su relevancia. Es esencial que todas las partes involucradas encuentren un punto de acuerdo que beneficie a todos y permita que el fútbol peruano siga creciendo y manteniendo su carácter popular.